miércoles, 11 de febrero de 2009

OSCAR ROSADO "Papelera de reciclaje".


No recuerdo bien si fue en el 71 o 72. Habiendo obtenido la baja de la Marina y con mis estudios universitarios en pañales (sucios), fui a buscar trabajo al lugar casi obligatorio: El Cole. El Jefe Mársico se hallaba de licencia y en su lugar estaba el Sr. Carbone. (muy diferente estilo, sin entrar en detalles).
No solamente había preceptores egresados de nuestro Colegio, sino paracaidistas varios.
Por una razón de instinto los egresados formábamos un block, casi sin fisuras.
La vicerrectora era la Sra. Rossi, que hasta su nombramiento había sido profesora de geografía. (muy diferente estilo al de la reina: Prof. Infante.)
Tenía sus ayudantes, casi exclusivos, entre los paracaidistas, motivo por el cual a los que teníamos el “derecho de la sangre” nos eran encargadas las tareas más “plomo”: Sofocar rebeliones en los 5tos. Años; sacar del baño a los que se rateaban; confeccionar boletines; etc.
Pero llegó del Ministerio una tarea casi incompatible con el rango de la curva de embole. Tales eran las planillas estadísticas para determinar el porcentaje de alumnos extranjeros, nacidos fuera de la Capital pero argentinos, naturalizados, etc., etc., etc., tarea que fue encomendada, por supuesto a los egresados.
Tuvimos la intención de hacerlo bien, pero se complicaba con otras tareas, antes mencionadas, de modo que, en un rapto, mezcla de ira con iluminación mística, se confeccionaron prolijamente (con las planillas, que eran una por división y una general del turno), rudimentarias maquetas del avión Concorde, que fueron llevadas al patio.
Los Concorde comenzaron su vuelo sin retorno a través de la medianera del fondo, que separa el patio de la casa de Beto. Un compañero egresado con migo.
Por supuesto, como en las películas de espionaje, un llamado telefónico advirtió a la empleada doméstica que, esos objetos voladores que se encontraban en el jardín, debían desaparecer y por ninguna causa ser devueltos.
Y se preguntarán que pasó en vicerrectoría. Bien, los despelotes a causa de la desorganización eran tan frecuentes que no pocas veces se extraviaban papeles. La persona, sobre la que recaía la responsabilidad de la recolección de la tarea asignada, no insistía demasiado, suponiendo que podría tratarse de un error propio. De modo que se pateaba para adelante el problema y se rogaba que el Ministerio cambiara pronto de titular y por ende de normativas.
Se había creado la Papelera de reciclaje de tareas embolantes. Por supuesto, no se podía reciclar nada más que papel.
Desde ese momento el tránsito aéreo hacia lo de Beto se intensificó, casi como en el aeropuerto de Frankfurt. Algunas veces los lanzamientos eran vistos por alumnos, a los que amistosamente se los invitaba a guardar silencio…
Si la circunstancia no permitía el lanzamiento, el Concorde se transformaba en una pelota tamaño tenis y con un winner era colocada en los enormes bolsillos del delantal del ilustre Lenin Luparia, el portero del Colegio que se encontraba en ese puesto, creo, antes que el edificio. Un tipazo de aquellos, buena persona, jovial, alegre y buen compañero, al que por su buena onda y compañerismo distinguimos, los egresados, colocándolo en el Cuadro de Honor, en lo más alto, donde se podía leer. Alumno: Lenin Luparia, división: en blanco, promedio: 10. A él no le gustaba, pero no le dejábamos que lo quitara, después de todo, nosotros éramos los responsables, también de la confección del cuadro.

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