martes, 24 de febrero de 2009

Rafael Varela



Salvo en un año (que no recuerdo cual fue), siempre el anotarse era un
ritual:
Día 1: Hacer la cola, la que se hacía hasta que se terminaba la
atención y nos repartían unos numeritos digamos de color verde.
Día 2: Empezaban por los numeritos verdes y al terminar el horario,
repartían numeritos azules entre los que no tenían verdes (de los que
quedaban varios)
Día 3: Seguían por los verdes, estaban todos los azules y se sumaban
los rojos.
Día 4: La presión de los que querían anotarse abría la endeble puerta
que daba al hall, terminábamos haciendo una larga fila y nos anotaban
a todos, he salido de allí alrededor de medianoche en alguna ocasión.

Los colores son aleatorios, no así las circunstancias, alguien
recuerda esas peripecias?

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