EL REGRESO A BAIRES
Todos en la cuadra que nos había servido de hotel nos aprestamos para el regreso. Devolvimos las sábanas y las mantas, colocándolas en una pila. Luego un sargento primero ordenó a un soldado que contara los equipos apilados…
El soldado concluyó y gritó: ¡90 mi sargento primero! El sargento lo miró como quién mira un billete de 3 pesos y exclamó: ¿Cómo 90? ¡Tienen que ser 88!
El soldado se rascó la cabeza y avergonzado contestó: Bueno mi sargento primero, dije 90 ‘pa redondear. (Pensó que nos estábamos afanando dos juegos y nos cubrió).
Todavía me acuerdo de ese noble correntino.
Palabras de despedida del jefe del regimiento 4, Tte. Coronel Multedo y en los camiones a la estación.
¡Que sorpresa! ¡Estaban todas las chicas con las que habíamos hecho relación! Había más de 50.
Hojas de cuaderno con direcciones, intercambio de escudos y distintivos, promesas de mantenernos en contacto… Si fuera hoy lo hubiera cumplido, pero entonces la vida era vertiginosa y lo urgente restaba espacio a lo importante. Sin mails ni Celulares… Ahí quedó todo.
El viaje fue más o menos repetición del de ida, pero deseo mencionar especialmente las extrañas partidas de truco, donde de repente tirabas un ancho de espadas y ahí nomás te lo empardaban con otro ancho de espadas….Vi también ganar reales envidos con 34 y flores de 4 cartas….Todo era posible en ese viaje surrealista
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